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El Liston Blanco y el Experimento de Milgram: La Mecánica de la Crueldad

Texto escrito por: Diego Chávez


“Creo debo contar los extraños eventos de nuestro pueblo, pues podrían explicar ciertas cosas que sucedieron en este país” – Narrador

Así inicia el Listón Blanco. La época es 1913, y el país es Alemania. En un pequeño pueblo y en el mundo, cosas impensables se aproximaban. Alguien incendia el granero, se tiende una trampa al doctor local, y crímenes más serios le siguen. No hay respuesta de quien es el culpable, pero si hay sospechas. De cualquier manera, todo esto se eclipsa cuando estalla la guerra, al final del filme.

Hoy en día sabemos que la Primera Guerra Mundial no fue ni la única ni la más atroz. La Segunda debe mencionarse en par con el Holocausto, y la Alemania que permitió esos actos estaba todavía en su infancia en esta historia. Los niños del Liston Blanco vieron a Hitler ascender al poder, y son representativos de toda una nación que hizo lo mismo.

En los sesenta, el psicólogo Stanley Milgram se preguntó, justamente por el Holocausto, que es lo que lleva a alguien relativamente normal, y por extensión, a toda una sociedad, a permitir y hasta participar en actos tan crueles. Preparó un experimento que planeaba llevar a cabo en Estados Unidos y después en Alemania, pero los resultados que encontró le dejo en claro que no solo era un problema alemán.



Michael Haneke, quien escribe y dirige el Listón Blanco, encuentra algo similar con su película… “Creo es muy sencillo para audiencias extranjeras (a Alemania) decir que es una película sobre un problema alemán, creo es un filme sobre un problema que concierne a todos.” (de la entrevista en Cannes). Vale la pena recontar una particular versión del experimento que Milgram llevo a cabo:

Imagina eres un voluntario para un experimento, supuestamente sobre memoria. Cuatro dólares por una hora. Eres uno de cuarenta participantes. Te presentan a un hombre en bata de laboratorio, quien te instruirá, y a otro voluntario. Ambos hombres son actores. El instructor explica que uno de ustedes hará el rol de ‘maestro’ y el otro de ‘discípulo’. Aparentemente al azar, te toca ser maestro.

En un cuarto, están el instructor y tú. En otro, el discípulo está atado a su silla. Él contestara una serie de preguntas, y el instructor te da la orden de administrarle electrochoques por cada respuesta incorrecta, aumentando la intensidad unos 15 voltios con cada error. La máquina va de 15 a 450 voltios. Si protestas, el instructor dirá ‘Por favor, prosiga’.

No puedes ver al discípulo, pero puedes escuchar como le pega a la pared al irle aumentando la intensidad. Puedes seguir protestando, y el instructor te dejara en claro, ‘El experimento requiere que prosigas’, ‘Es absolutamente esencial que prosigas’. El discípulo sigue pegando la pared mientras la intensidad rebasa 100, 200, 300 voltios. A los 330 voltios, hay silencio.

65% de los maestros aplico los 450 voltios. Aquellos que se negaron rotundamente a seguir pudieron parar el experimento, pero ninguno lo detuvo con éxito antes de los 300 voltios. La mayoría expreso incomodidad y estrés, y la creencia de no tener la culpa en lo sucedido al discípulo. En el libro de Milgram al respecto, podemos ver una interpretación de lo ocurrido, y en el Listón Blanco de Haneke, un ejemplo.

La trama de la película sigue a varios personajes del pueblo. A un pastor religioso y a dos de sus hijos todavía niños: Martin y Klara. A un doctor viudo y su hija, a una partera y su hijo pequeño. A un capataz. Son el doctor y el hijo de la partera las victimas directas de ataques hechos con sigilo, y es el mismo pueblo en el que suceden lo ilustrativo de la teoría de Milgram.



Pues el pueblo ofrece la ventaja de organización a sus habitantes, y esa organización se sostiene en una estructura jerárquica. Lo mismo pasa en las familias. Hay autoridades y los subordinados les obedecen para facilitar la funcionalidad, pero cada uno de ellos es autónomo, con una consciencia que la alertara de abusos y la agencia para responderles.

Esto es claro en abuso hecho hacia ellos, no tanto en abuso hecho hacia otros. Y en los casos en los que se da la orden de abusar de otros, la consciencia es subyugable. Milgram argumenta que tácticas como un cómplice próximo que te aliente, una víctima indefensa, y una ideología racional detrás del acto, basta para inspirar a gente normal a la crueldad. Y todo esto sucede en el encuentro entre ideología y estructura jerárquica.

Ahí, a una persona normal ni la culpa ni la consciencia lo detiene, Milgram sostiene, pues ha sido inducida al Estado Autómata: en el que deja de creerse responsable de sus acciones, pues se define a sí misma como un instrumento para llevar a cabo la voluntad de otro. En la familia del pastor, es claro de cual autoridad es la voluntad por seguir.

“Dios. Le di a Dios oportunidad de matarme, y no lo hizo, debe estar contento conmigo” – Martin, después de caminar en el barandal de un puente.

A lo largo de la trama, aprendemos que Martín, Klara, y compinches son los perpetradores de los crímenes misteriosos del pueblo, por sus sospechosos intentos de visita a las víctimas y dudosas coartadas. Y los crímenes parecen ser castigos de algún tipo, como vemos en la nota que dejan con el hijo de la partera, después de su ataque.

“No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen”– Nota



Los niños son entonces, tremendo ejemplo que existe para el Estado Autómata. Su violencia es siempre sorpresiva pero jamás arbitraria. Han absorbido los principios de su padre, y tienen su propia interpretación. Por la necesidad de secrecía, no tienen quien la cuestione, y ganan peligrosa certeza en sus juicios. Tienen, como casi todos, una reacción innata y negativa a la crueldad, pero cuando la cometen, no la ven como suya, pues ni siquiera se ven a sí mismos como su propia persona.

“Estos niños se creen la mano derecha de Dios. Han entendido las leyes e ideales. Las siguen al pie de la letra, e inmediatamente se vuelven castigadores, gente que castiga a quien no viva acorde [a sus ideales], claro, aunque prediquen un ideal, nadie puede vivirlo al 100%. Pero si estas convencido de que deberías…esa es la fuente de toda clase de terrorismo” – Haneke (en Cannes)

Pero regresando al experimento…

¿Por qué los maestros mostraban tanto estrés si es que no se creían responsables? Hay otra interpretación del experimento, una más humana. Nestar Russell, sociólogo, rechaza la explicación del Estado Autómata y sugiere otro, el de Negación Autónoma: El individuo sabe que es responsable de sus acciones, pero aceptarlo implicaría un mayor costo hacia su persona, entonces prefiere ocultar, de sí mismo y de otros, lo que sabe. Ayudar al discípulo era la responsabilidad de los maestros, pero lastimarlo era más fácil, entonces se fueron por lo sencillo y simplemente negaron culpabilidad, sin dejar de estar conscientes de ella.

“¿Por qué me detestas? ¿Por ayudarte a criar al niño? ¿Por verte abusar de tu hija y no decir nada? ¿Por ayudarte a engañarte a ti mismo?” – La partera hablándole al Dr.

Sucede esto en el pueblo también, con el pastor, el doctor, y el capataz. Son autoridades sobre subordinados aparentemente indefensos, en sus trabajos y en sus familias. Como los voluntarios, son personas comunes y corrientes que tienen la oportunidad, la orden, la racionalización para ser crueles. Y lo son.

Aunque les falta la madurez moral para abstenerse de sus actos, no son tan inhumanos para no saber lo que están haciendo. No parecen sacar placer de esto, pero no se detienen, y la incomodidad que sufren no se compara con la que imparten. Parece ser que la gente no es cruel sin razón, pero tampoco necesita una razón particularmente buena para serlo.

“Que infeliz debes ser para ser tan cruel” – La partera hablándole al Dr.

Esto no los expía de su culpa, pero ilustra como la manejan. Nestar sugiere maneras de mitigarla. Una autoimagen positiva, remuneración monetaria, y de nuevo la más potente: una ideología para justificarlo. Están conscientes de su propia crueldad, y no la disfrutan, pero pueden simplemente no reconocerla, ni ante el mundo ni ante ellos mismos, y así ahorrarse la culpa que les impediría volver a hacer algo así.




Conclusión

Quisiera proponer que el Estado Autómata y el de Negación Autónoma existen en distintas

circunstancias, y el Liston Blanco es un excelente ejemplo de ellos. Ambos muestran el disgusto que le tenemos a la crueldad, pero como no podemos confiar en él para prevenir que la cometamos, mucho menos donde hay jerarquías e ideales.

Es difícil decir si el Liston, el experimento, o cualquier labor, por incisiva que sea, puede ofreceruna explicación satisfactoria a una de las peores atrocidades cometidas por la humanidad. Pero definitivamente ofrecen un valioso vistazo a la mecánica de la crueldad, una crueldad de la que casi todos seremos capaces, pero a la cual nunca se llega solo.


Bibliografía

-Milgram, S. (1974). The Perils of Obediance. Harper's Magazine Stanley Milgram - The Perils of Obedience - Harper's Magazine article of 1974 (age-of-the- sage.org)

-Russell, N. J. C.. (2009). Stanley Milgram’s Obedience to Authority Experiments: Towards an

Understanding of their Relevance in Explaining Aspects of the Nazi Holocaust . Wellington: Victoria University. thesis (core.ac.uk)



Titulo original: Das weiße Band - Eine deutsche Kindergeschichte (El listón blanco)


Año: 2009


País: Austria, Alemania, Italia, Francia


Idioma: Alemán


Duración: 144 minutos.


Dirección: Michael Haneke


Producción: Stefan Arndt, Veit Heiduschka, Michael Katz, Margaret Ménégoz, Andrea Occhipinti


Guión: Michael Haneke


Fotografía: Christian Berger


Montaje: Monika Willi


Protagonistas: Christian Friedel, Ulrich Tukur, Josef Bierbichler



Versión video en Post Scriptum

Michael Haneke / El Experimento de Milgram - La Mecánica de la Crueldad - YouTube

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